Es interesante lo que podemos hacer cuando los problemas se empeoran. Uno tiende a pensar que un problema no puede empeorar más y muchas veces tiene razón. El ejemplo de que muchas veces debemos dejar de quejarnos y empezar a solucionar nuestros problema me lo dio un insecto esta mañana.
Hoy vi a una cochinilla en apuros cerca de mi jardín. La pobre se había volteado boca arriba. Cuando la ví, pensé: -Pobre cochinilla, no tiene escapatoria. Morirá en pocos minutos-. Sucede que cuando las cochinillas se voltean boca arriba suelen patalaear por unos minutos y luego mueren por deshidratación o por los depredadores (desconozco quién se come a estos bichos en mi jardín). Fue por este hecho que sentí pena por el pobre insecto. La suerte de la pobre no iba a cambiar a menos que alguien hiciese algo.
Tentado por mis afanes de ser bueno, me ví en la necesidad de ser bueno he intentar ayudar al pobre insecto a volver a su posición normal. Una vez que me deshice de ese pensamiento, intenté colocar una hoja seca sobre él. Me dije a mi mismo - Si el bicho este quiere salir, que maneje una situación aún más difícil-. Una vez dicho esto, coloqué la hoja seca encima del insecto. Todo mi ser me mencionaba que un insecto debería ser suficientemente fuerte para salir de allí. Esa clase de ideas me salen de vez en cuando Mr. Hide sale a pasear
Una vez consumado mi delito, me sentí muy feliz de mi hazaña que sería luego opacada por los afanes del insecto por salir. Había ya decidio marcharme del lugar cuando ví que la hoja se empezaba a mover y que el insecto esforzadamente intentaba asirse a la hoja para poder salir. Si este insecto hubiera sido depresivo, con toda seguridad que no hubiera pensado en la hoja como un medio de salida, sino como una prueba más de que el mundo está en contra de él. El hecho es que el insecto, después de un rato de pelear con el peso de la hoja, salió de debajo de la misma y se puso en posición normal. Se escondió y me dejó con una mueca en la cara de insatisfación.
Segundos después del evento, el insecto se había escondido en un resquicio del jardín y yo me quedé meditando acerca del hecho. Si esa insecto hubiera sido uno de nosotros, quizá el evento hubiese tenido un final diferente. Un problema fue cambiado por solución y básicamente, la única opción para salir del entuerto fue esa hoja. Puedo ver que todos los días muchas cochinillas mueren en mi jardín sólo porque tuvieron un problema "ligeramente" más sencillo.
Monday, August 27, 2007
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